viernes, 6 de octubre de 2017

POEMA de ANTONIO MANILLA







El herido horizonte, el vuelo de los pájaros,
los vilanos que huyen y las nubes que pasan.
El agua de la fuente, monótona y distinta,
sonando como un alma. Los versos de Virgilio,
a media luz leídos. El niño que contempla
la hoguera del otoño que enciende la distancia.
Aquella cuyo nombre dio nombre a cada cosa.
El ganado que vuelve y el humo de las casas,
poniendo marco al aire. El despierto silencio,
el sueño que nos vence, la flor que se desangra.
El recuerdo del padre, que vive en el paisaje
y es ceniza y frío y soledad y nada.


    La tarde los reúne y nos alcanza.




(de: Una clara conciencia - La Veleta. Granada)

(acuarela: Susana Benet)


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