miércoles, 10 de junio de 2015

HAIKU








No entra ni sale
nadie del caserón.
Ropa tendida.






(fotografía: Susana Benet)



4 comentarios:

  1. Querida Susana, ayer por la tarde, en una animada tertulia con Herme G. Donis y León Molina, hablábamos del haiku y de las dudas que suscitaba integrar en sus temas asuntos que no tengan nada que ver con la naturaleza o con lo transitorio. Yo resaltaba esa vocación abierta de la estrofa. Tu haiku de hoy demuestra que es un formato polivalente. Un fuerte abrazo, poeta.

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  2. No conozco a Herme, pero sí a León Molina, poeta al que admiro. Me alegra que disfrutéis de tertulias tan interesantes sobre haiku. Como bien dices, yo defiendo la vocación abierta de la estrofa. No creo en las limitaciones ni en los preceptos. Aunque sí en la métrica, como podrás apreciar. Gracias por escribir. Besos,

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  3. Las “cosas” no tienen límites. Los objetos, sí. Y, sin límites, las cosas son terribles. Su intensidad es terrible. Y, sin concepto, un objeto es una cosa. Un individuo, sin concepto, es terrible porque es infinito. […] A este tipo de infinitud, que no es ni el Infinito metafísico de una realidad “verdadera” ni la no-finitud de la ausencia de designación, es a lo que entiendo que apunta el poema. Una gota de agua sobre una hoja es infinita. Esa gota de agua, ahora, en este instante. Es la experiencia del haiku. Quien fuese capaz de mantenerse en esa inocencia del inicio, preguntando como aquel niño, ¿cómo se llama eso?, viendo esto antes de que el concepto lo enturbie, lo vele, no recurrirá a grandes palabras en sus escritos. (Chantal Maillard)

    Un abrazo

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  4. Gracias, José Luis, por la cita de Chantal, que aprecio.
    Besos

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