Lanzo mis flechas al tronco del viejo nogal.
Camino lentamente hasta él
para recuperarlas.
Les concedo tiempo.
La puntería del arquero
no procede únicamente
de la firmeza de su pulso
y el acero de su mirada.
También debe la flecha
conocer el vértigo de su vuelo
y el aroma que fluye
del rigor de su herida.
(de: "El taller del arquero" - Ed. La Garúa, 2014)
(acuarela: Susana Benet)
¡Qué poema más bonito! Voy a hacerme con el libro.
ResponderEliminarGracias Susana.